domingo, 17 de febrero de 2013

Las letras de mi infancia.

Recuerdo que de pequeña me encantaba que me contaran historias antes de dormir, casi siempre me las contaba mi abuela y no podría contar cuales son porque cada vez que me quedaba a dormir a su casa me contaba una diferente y siempre era una historia fantástica; con dragones, princesas y caballeros que acudían a rescatarlas. Aunque también me contaba historias como la de Los Tres Cerditos, Caperucita Roja, Pulgarcito... Y recuerdo muy bien que cuando no tenia ganas de contarme una historia siempre me contaba la misma, era el cuento de María Sarmiento; siempre me decía: Este es el cuento de María sarmiento que fue a cagar y se la llevó el viento. Y siempre me reía y me conformaba con eso antes de acostarme y aún cuando estoy con mi abuela y la digo que me cuente una historia me dice esta pequeña frase y me hace sonreír.

Canciones me cantaban pocas y no me las solía aprender porque me daba mucha vergüenza que alguien cantara y más aun cantar yo, pero de pequeña me cantaban las nanas para dormirse y esas cosas, aunque muchas veces empezaba a cantar con mi hermana canciones que ponía ella de sus cantantes favoritos y yo intentaba copiarla en todo lo que decía porque como estaban en inglés me parecía que estaba hablando en un idioma extraño de otro mundo. También cantaba siempre la canción de pinocho que decía: Pinocho fue a pescar al río Guadalquivir, se le cayó la caña y pesco con la nariz, cuando llego a su casa nadie le conocía tenía la nariz mas grande que un tranvía; su padre toca el bombo, su madre los platillos y al pobre de Piñocho se le caen los calzoncillos. Y otra de las canciones que me aprendí siendo pequeña fue la de los Lunnis que echaban siempre todas las noches para que nos fuéramos a la cama y como me gustaba mucho este programa todas las noches antes de irme a dormir o incluso muchas veces al medio día para echarme la siesta, la cantaba.

lunes, 4 de febrero de 2013

TU HUMILDE SEGUIDOR

Está muerta, no respira, ¡se ha fugado!, no tiene pulso... Era lo único que podía oírse en el lugar del accidente.
No tarde mucho en llegar a aquel cruce de la calle Serrano. Iba acompañado de mi ayudante Cody, que sinceramente, siempre había sido un poco torpe. Nada mas llegar, inspeccionamos la zona del atropello. La joven, evidentemente estaba muerta y el causante de la muerte, se había fugado. El vehículo era un Mercedes de color negro y no encontramos nada, hasta que sorprendentemente mi acompañante encontró una pista que nos fue de gran ayuda. Era una cartera, en la que había 5 euros y 69 céntimos y un carnet de identidad de un tal Justin. Y en el asiento delantero del coche una nota que decía:
Mi querido Ed,
demuestra que eres
un gran inspector.
Intenta encontrarme.
Un saludo, 
tu humilde
seguidor.
En seguida nos pusimos en marcha para buscar a nuestro sospechoso. 
Vivía en esta misma calle, en el número 26. Llamamos a su puerta y, nos abrió un chico rubio de unos diecinueve años y de una altura aproximada a 1,70.
- ¿Está Justin? - pregunté.
- Sí, soy yo. ¿Hay algún problema? - respondió asustado.
- Está usted arrestado por ser sospechoso de un crimen que ha ocurrido en esta misma calle. - confirmó Cody.
El joven no se resistió y accedió a venir con nosotros pero cuando aún no habíamos pasado el número 14 de la calle, nos giramos para ver a nuestro pasajero y ... ¡estaba muerto! 
¿Qué había pasado? ¿Se habría suicidado? Rápidamente fuimos al asiento de atrás y nos pusimos a investigar la causa de la muerte.
- No se ha suicidado, le han matado. - dijo mi compañero.
- Pero... ¿eso cómo puede ser? - respondí.
- Pues mira Ed, muy sencillo. - dijo con tono muy sabiendo. - si observas con atención, tiene la lengua de un tono extraño. Ha sido envenenado. - continuó.
- Muy audaz. - respondí algo confuso.
La verdad es que me sorprendió un poco que fuera él quien lo estuviera resolviendo todo. Pero me pareció bien que por una vez hiciera algo.
Esta vez no hubo ninguna nota , solo había una rosa recién cortada. Me puse a pensar en la primera nota del primer crimen. Me hizo pensar, mi humilde seguidor... así que, tendría que ser alguien conocido. De repente, me dí cuenta de que a Cody le sangraban las manos, las tenía como si se hubiera pinchado con algo... algo como... ¡UNA ROSA! ¡MI HUMILDE SEGUIDOR! Todo encajaba a la perfección, el caso ya estaba resuelto por lo que, sin pensármelo, le puse las esposas y me lo lleve directo a la comisaría.
Allí confesó todo, había sido él. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Lo encarcelamos y todo acabó.
Pero una mañana fui a visitarle y por primera vez me atreví a pedirle una explicación del por qué a todo lo que había echo. Me dijo que estaba celoso, que quería demostrar que el también podía resolver un misterio, pero que le salió mal. Me fui a comer y cuando regresé con él, mi compañero estaba muerto... le habían apuñalado. Encontré entre sus manos una rosa y sobre ellas una nota que decía:
Mi querido Ed:
¿has resuelto el misterio?
Puede ser... quién sabe.
Has acabado con las muertes
y has detenido al culpable,
¿seguro que era él?
Ya se verá con el tiempo.
Adiós para siempre.
Tu humilde
seguidor.
¿Qué si era el? Pues no estoy seguro. Pero lo que sí es seguro es que no volví a tener que resolver un misterio sobre ningún humilde seguidor.